Imaginad despetaros, y al abrir la ventana encontraros lo siguiente:
Respirar el aire puro que te llena los pulmones y dejar que tu vista se pierda hasta los picos nevados de lejanas montañas.
Conducir sin prisa por carreteras que te regalan semejantes vistas.
Hasta llegar a una cueva que sobrecoge por su belleza.
Si cierras los ojos, el sonido del agua en esta cueva es indescriptible. Te llena de una energía especial, como si limpiase tu mente de preocupaciones que llevases arrastrando.
Volver a recorrer unos kilómetros, y en el trayecto sorprenderte al distinguir perfectamente que sobrevuelan águilas a muy poca altura, planeando, bajo el luminoso cielo azul de invierno.
Pasear entre montañas sobre un río y volver a llenar tus oidos con el sonido del agua bajo tus pies, mientras tus ojos contemplan esta maravilla de la naturaleza.
Y terminar el día con este otro paisaje tan diferente, pero con un colorido igualmente espectacular.
¿Os parece un buen lugar para disfrutar de una puesta de sol?
¿Recordáis el post SIGUIENDO NUESTRA ESTRELLA? Aunque no salieron bien las fotografías que os hice, el cielo estrellado en la noche fué impresionante. Hacía tiempo que no disfrutaba de tantísimas estrellas brillar en un cielo tan despejado y oscuro…
Este lugar me ha sorprendido y enamorado de tal manera que no podía pasar la oportunidad de compartirlo con vosotr@s por si tampoco lo conocíais. Voy a dejar que intentéis adivinarlo… podéis hacer vuestras «apuestas» en mi página de Facebook. Yo os espero el jueves para desvelar la incógnita. ¿Donde estará este lugar tan mágico? Feliz semana!