Si algo caracteriza a estos últimos días de agosto son las fiestas de verano que se celebran en ciudades, pueblos y barrios de todos los rincones de nuestra geografía.
Estos días me suenan a música pegadiza a todo volumen, luces vibrantes de colores y el olor dulzón característico de todos los puestos típicos de estas fiestas.
Para alguien como yo que soy urbana por los cuatro costados, no había nada que más me hubiese gustado que tener «mi pueblo» para haber podido vivir las mismas historias que me contaban mis amigas a la vuelta de las fiestas del suyo… Reuniones con amigos y primos a los que veían sólo con motivo de estas fiestas. Siempre lo he imaginado tan divertido…
Así que estas fiestas las asocio al sitio donde esté pasando las vacaciones. Ese lugar se convierte en «mi pueblo» en ese momento.
No es lo mismo que los que tenéis la suerte de sentir algún lugar como vuestro, pero aún así me gusta siempre acercarme a la feria más cercana y subirme en todas las atracciones que pueda.
Sentir que el estómago se te vá a salir por la boca, gritar y reir al mismo tiempo… es una sensación que me encanta!
Recordaréis lo que me gustan los columpios por el post que dediqué al COLUMPIO, y como no podía ser de otra manera en las ferias es una de las atracciones que más me gustaban.
Volver a subirnos en una noria y observar desde arriba lo pequeñito que se vé todo, a veces es tan necesario retomar la proporción de las cosas… Y disfrutar, simplemente disfrutar con estas cosas tan sencillas.
Además estas fiestas de verano me recuerdan mucho a cuando éramos pequeños y nos llevaban nuestros padres a la feria del sitio donde veraneábamos. ¿Quién no tiene fotos subidos al carrusel de chiquitajos? Me traen tan buenos recuerdos! Aunque creo que yo tenía un serio problema con la necesidad de saludar de forma entusiasta cada vez que mi caballito pasaba cerca de mis padres. Todas las veces! Pobrecillos… debían terminar aburridos de responder a mis saludos.
Y ya no lo he vuelto a ver, pero nuestro momento más esperado era subirnos al tren de la bruja, donde un payasito te atizaba con una escoba de paja y gritábamos aterrados. Pero según terminaba la atracción, suplicábamos que nos dejaran volver a subir!!! Esa mezcla de miedo y emoción era única.
Leí un reportaje sobre PARQUES DE ATRACCIONES ABANDONADOS donde las leyendas y las historias de estos lugares dan para dejar volar nuestra imaginación. Perfectas para aquellas noches de verano en las que contábamos historias de miedo…
Durante el verano podríamos estar de DE FIESTA EN FIESTA por la cantidad de fechas y lugares donde se celebran. Os he dejado un CALENDARIO con los programas de cada una de ellas.
Otra de las cosas que me gustan de estas fiestas son los puestos de «comida» (si se le puede llamar así…).
Me encanta el algodón de azúcar. No sé si realmente me gusta el sabor o lo que de verdad me atrae es el aspecto y que lo asocio a estas ferias, y eso ya me hace ilusión.
Las manzanas de caramelo son otras de las cosas que me gustan muchísimo… al igual que las almendras garrapiñadas. ¿Cuales son vuestras preferidas?
Otra de los atractivos de estas fiestas son los conciertos, algunos muy buenos y otros más modestos pero entretenidos para pasar un buen rato. Me gusta especialmente mirar a la gente en estos conciertos. Es un público tan heterogeneo! Gente mayor del pueblo, grupos de adolescentes arregladas, maquilladas y peinadas como sólo lo puedes hacer a esa edad… y al lado niños pequeños (que suelen ser los que más bailan) con sus padres.
Y como colofón al final de las fiestas, los fuegos artificiales! En algunos sitios son impresionantes, son auténticas obras de arte, verdad?
Espero que estéis disfrutando de este verano, con o sin vacaciones, y que intentemos volver a sentirnos como niños en cualquiera de estas fiestas que aún quedan por celebrar.
Gracias por las nuevas incorporaciones en FACEBOOK a lo largo de estos días y por vuestros comentarios que tanta ilusión me hacen.
Os espero ya como siempre el próximo jueves, feliz semana!